El emprendedor Sina Estavi compró en marzo de 2021 el primer tuit que se publicó en Twitter. Jack Dorsey, fundador de la red social, transformó su icónico mensaje –“just setting up my twttr”– en un NFT (siglas en inglés de token no fungible, una especie de certificado digital de autenticidad) que subastó con fines benéficos.
Estavi pagó por él 1630.6 Ethereum, una cantidad en criptodivisa que ahora tendría un valor cercano a los 2.600.000 euros. En plena fiebre de los NFT, la cantidad incluso parecía justificada. Ese mismo mes el NFT de una obra de arte digital creada por el artista Beeple llegó a subastarse en la casa Christie’s por 69 millones de dólares. La tecnología parecía destinada a transformar para siempre el mundo del coleccionismo y el arte.
La semana pasada Estavi decidió vender ese mismo NFT y donar el 50% de los ingresos a la organización benéfica GiveDirectly. Lo sacó a subasta con un precio inicial de 44 millones de euros.
Apenas recibió un puñado de ofertas. ¿La puja más alta? Ni siquiera llegó a los 256 euros, el 0,009% de lo que costó hace un año. No está claro si Estavi aceptará la oferta, y aún tiene dos días para decidir, pero la caída del precio refleja en cierta forma la pérdida de interés que vive el fenómeno de los NFT.
La cifra alcanzada por la obra digital de Beeple desató en 2021 una “fiebre del oro” que saturó completamente el mercado. Ahora llega la resaca. El precio medio de venta de una NFT está por debajo de los 2.000 dólares, comparado con los 6.800 dólares que tenían en enero. Las ventas diarias acumuladas en los principales mercados de NFT han caído de 160 millones de dólares en enero a apenas 26 millones. Un tercio de los NFT ya no vale nada, según la consultora Nansen, que ha estudiado la evolución de varias colecciones de NFT.
En general, se puede decir que la mitad de todo el dinero que llegaron a mover estos activos se ha evaporado del mercado. Incluso franquicias populares que aún siguen atrayendo inversión, como Bored Ape Yacht Club (una colección de avatares digitales con forma de mono), están vendiéndose muy por debajo de los precios que llegaron a alcanzar incluso a principios de este mismo año.