Los entusiastas de la alta fidelidad nos vemos obligados con cierta frecuencia a adentrarnos en aguas pantanosas. Y es que no siempre es fácil identificar qué innovaciones realmente tienen un impacto beneficioso en nuestra experiencia, y cuáles responden únicamente a una argucia de marketing ideada por el fabricante que pretende vendérnoslas.
Una de las estrategias más utilizadas por las marcas para capturar nuestra atención consiste en emplear en la fabricación de sus cajas acústicas materiales exóticos que pretenden reflejar sofisticación y complejidad. El problema es que a veces su aportación real no está nada clara, y ni siquiera es perceptible recurriendo a los métodos de análisis utilizados por los laboratorios.
El diamante sintético
Este material es incluso más refinado y llamativo que el grafeno utilizado por algunos fabricantes de cajas acústicas en sus altavoces más sofisticados. Las marcas que lo utilizan en sus tweeters, entre las que se encuentran la británica Bowers & Wilkins o la taiwanesa Usher Audio, lo fabrican empleando un método conocido como deposición química de vapor, un procedimiento que permite producirlo de forma industrial, pero preservando las propiedades fisicoquímicas del diamante natural.