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La industria del automóvil tiene clara su apuesta por el coche eléctrico. La industria del litio… no tanto

La Unión Europea lo tiene claro: hay que apostar por el coche eléctrico. Los fabricantes lo tienen claro: no queda otra que apostar por el coche eléctrico. Los productores de litio… ya no lo tienen tan claro. La disponibilidad del mineral es escasa y queremos correr antes de empezar a andar.

Todo a una. Tras años en los que la Unión Europea ha rebajado gradualmente los límites máximos de emisiones permitidas a los vehículos, las políticas comunitarias se han marcado el objetivo de imponer el coche eléctrico por encima de cualquier otra tecnología. El camino está marcado por sus propias políticas.

Escasez. De vehículos fabricados, de componentes y de litio. El mercado del automóvil está viviendo una situación casi inédita y que no se veía desde la implantación de la fabricación en cadena: la demanda supera a la oferta. Los repetidos confinamientos que se han ido sucediendo en los últimos dos años, la crisis de componentes y la Guerra de Ucrania ha derivado en un escenario en el que se calcula que hasta 2030 se dejarán de fabricar 25 millones de unidades.

Y los microchips o los mazos de cables han centrado la miradas, pero hace tiempo que los expertos alertan de una escasez de litio que prevé alargarse en el tiempo. Un problema que está encareciendo el precio de las materias primas, de los vehículos y que pone en riesgo un abaratamiento de lo que, se quiere, será la tecnología del futuro.

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